El miedo es mi sustancia y, probablemente, lo mejor de mi

Kafka

No se trata de enterrar los muertos anónimos, ni mucho menos de negar la realidad, sino de encontrar nuestras fobias, una forma de afrontar la vida. Ser libres, incluso dentro del horror

Francisco Serratos

Los bestiarios, en sus orígenes, eran manuscritos iluminados que recopilaban imágenes detalladas de animales, tanto reales como imaginarios, junto con descripciones alegóricas. Uno de los bestiarios más conocidos es el «Physiologus», un texto griego del siglo II que sirvió como modelo para muchas obras posteriores. 

Proliferaron en Europa durante la Edad Media y reflejaban la visión del mundo de la época, fusionando elementos religiosos, mitológicos y científicos. La interpretación simbólica de los animales en los bestiarios estaba arraigada en la cosmovisión medieval, donde la naturaleza y lo divino estaban estrechamente entrelazados. Cada criatura tenía una lección moral, y los lectores debían aprender valores como la humildad, la virtud o la sabiduría al estudiar estas representaciones. La ficción y la realidad se fusionan, creando un universo mágico que iba más allá de la mera observación naturalista.

Durante el renacimiento, la perspectiva cambió hacia una visión más científica del mundo. Surgen bestiarios que intentaban clasificar y describir animales de manera más precisa, separándose de las interpretaciones alegóricas.

Pero los bestiarios medievales se alzan como testigos silenciosos de las profundidades del alma humana. Estos antiguos manuscritos, adornados con imágenes de criaturas fantásticas y mitológicas, no solo documentan la riqueza del mundo natural, sino que también revelan las inquietudes y los miedos más íntimos de la humanidad.

Junto a las criaturas que habitan los bestiarios, los miedos personales acechan en las sombras de la mente humana, adoptando formas grotescas y aterradoras. Desde el temor al desconocido hasta la angustia por la propia mortalidad, estos monstruos internos son reflejos distorsionados de nuestras ansiedades más profundas.

Sin embargo, al igual que los héroes que desafían a las bestias de los bestiarios, nosotros también tenemos el poder de enfrentarnos a nuestros miedos personales con valentía y determinación. Al mirar a los ojos de nuestras propias criaturas internas, descubrimos que no son invencibles; son creaciones de nuestra propia imaginación, alimentadas por el miedo y la incertidumbre.

Así como los bestiarios medievales sirvieron como guías para comprender y enfrentar los peligros del mundo natural, también podemos recurrir a ellos en nuestra búsqueda de comprensión y aceptación de nuestros propios miedos personales. Al reconocer la verdad detrás de las imágenes fantásticas y los relatos mitológicos, nos embarcamos en un viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal, armados con el conocimiento de que, al final del día, somos más fuertes que las bestias que acechan en las sombras de nuestra mente.

En la intersección entre la imaginación y la realidad, entre los bestiarios medievales y los miedos personales, encontramos un terreno fértil para la exploración y el crecimiento. Que este viaje nos lleve más allá de las murallas de nuestros propios temores, hacia una comprensión más profunda de nosotros mismos y del mundo que habitamos.

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